El hastío brillante


Todas las personas decentes odian la política o ni siquiera piensan en ella. Sin embargo, si se conserva algo de gracia aún es posible llegar a sentir hacia la política lo que yo llamo el hastío brillante: una nueva forma revolucionaria de cansancio, un cansancio ideológico que puede servir incluso como programa de activismo político cuando estas Navidades alguien nos obligue a pronunciarnos al respecto. Esto es posible, como digo, si se conserva algo de salero y, aunque lo normal sea estar muerto por dentro y presa de una tristeza sin nombre, todo es cómico cuando estamos bien informados. Cuando uno comprende que también hay chistes tristes, de inmediato tiene acceso a la idea de que todo es un chiste. En este caso los políticos son incapaces de reírse del chiste entero: cada uno se ríe por una parcela distinta, y por eso son políticos, porque no se entienden entre sí.
 
"¿Cómo es que no has votado? ¿Cómo es que no has salido de tu casa en todo el año?" "Mi muy estimado/a, verá usted –habría que responder– mi convicción a la hora de no votar es tan inmensa que hasta yo mismo me asusto. Por las mañanas, aunque no haya elecciones, me despierto y digo, no sin sobresalto: hoy no participo. No participo en este mundo enfermo y soez. No asentiré hoy con mi vida al transcurso de esta maquinaria infernal. No votaré cuando haya que votar y tampoco votaré cuando no haya que votar. No, no participo. La inanición es el activismo menos hipócrita. Es la democracia, que nos presiona para que participemos, el origen de todo mal. Ya lo decía Platón... Etcétera, etcétera." Después continúo con mi vida (que, por supuesto, traiciona todos mis principios, pero es que la vida no es real si no traiciona nuestros principios). "Y sé –diría, para rematar– que puede parecer intrigante o descabellado, pero escúcheme, espero que muchos hagan lo mismo que yo estoy haciendo, porque eso significaría que aún queda esperanza. Un mundo en que el hombre  sueña con desaparecer es un mundo lleno de esperanza."

Mi interlocutor, incapaz de quedarse callado, no tardará en objetar que la mía es una postura egoísta, inmovilista, que no tiene en cuenta los problemas urgentes y reales de las personas y que tampoco admite la gravedad de los excesos que amenazan a la humanidad entera. "Al contrario –habría que replicar–. El hastío agita la mente de las marionetas. El hastío unifica todos los vectores ideológicos humanos, los revela como ilusorios y los pone al servicio de una sola causa, que es la parálisis. Es el cese de todos los intentos humanos por conseguir algo que no sea el cese de todos los intentos humanos por conseguir algo, y la posterior desaparición de todos nosotros, sea por vías suicidas o extáticas, todas ellas válidas sin distinción. No hay coordenadas ni límites para el tedio hacia lo falso: es un combustible cuasi-religioso, que comparte lo cierto de la mística con lo emotivo de la ciencia, una fuente de profundas certezas y emociones profundas. Los adheridos al Cansancio, que ahora llamaremos 'cansados', venidos de la derecha, de la izquierda, del centro, desfallecerán todos en el mismo punto, sea cual sea".


Esto no es un oso panda

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